martes, 19 de febrero de 2013

Broken.

A veces, estás tan cansado que sabes que, en el momento en el que te sientes, te dormirás. Así que no te sientas.

Pero a veces, estás tan triste que sabes que en el momento en el que frenes un poco, llorarás. Así que no te paras.

Pero es necesario sentarte y dormir. Si no, nuestros neurorreceptores dejan de ser sensibles a la serotonina y a la norepinefrina, lo que nos lleva a una mala función cognitiva. Es decir, a hacer malas decisiones. Y es necesario parar y llorar, porque si no, acumulamos tensiones y malos sentimientos hasta que acabarán explotando y dañando, no sólo a nosotros, sino a todo aquello que nos rodee.

Y cuando nosotros no somos capaces de reconocerlo, la vida te da un toque de atención. Te noquea en el Metro y te deja babeando contra la ventana durante cinco o seis paradas. Te trae sensaciones que habías enterrado tan profundamente que creías eliminadas del sistema. 

Cosicas.

A veces, la vida te da toques tan fuertes, que crea grietas. Y a veces esas grietas se unen y crean una brecha. Y a veces las brechas te parten en dos. Pero todas las grietas se pueden reparar, que lo sepáis. Nadie está roto para siempre.

You're not broken.


Ni siquiera él. Fans de New Girl, sabéis de lo que estoy hablando.

jueves, 14 de febrero de 2013

Valentine's

Me han dicho muchas veces que soy un poco bruja, por muy diversas razones. Una de ellas es que hay días que me levanto y sé, por ninguna razón en particular, que algo va a pasar. Este año tenía la sensación de que San Valentín, algo que llevo odiando desde que tengo uso de razón, no iba a ser tan malo. Tenía razón. Las buenas noticias han ido lloviendo esta semana, y he llegado al 14 con buen humor, con ganas de mirar con un poco más de benevolencia a la orgía de consumismo y moñería característica de esta bella jornada.

Y gracias a mi buena actitud, el Universo ha querido regalarme un día de San Valentín un poco más fácil. Cosas como llegar al andén y que venga el tren, cruzarte con tu amor platónico por el pasillo de la facultad o que por fin tus padres encuentren un chocolate sin trazas de frutos secos -Gracias, Señor, porque eres bueno y misericordioso-. Sencillas, pero que te alegran el día.

A aquellos que tengáis churri al que regalarle cosas de verdad, felicidades. A aquellos que no, pensad que de todas maneras estáis solos el resto del año. No es momento ahora de deprimirse. Buscad las pequeñas sorpresas, como yo. Elegid el optimismo.

Feliz día del ConsumSan Valentín, chiquets. Sed felices.

Escrito está en mi alma vuestro gesto,
y cuanto yo escribir de vos deseo;
vos sola lo escribisteis, yo lo leo
tan solo, que aun de vos me guardo de esto.

En esto estoy y estaré siempre puesto,
que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,
de tanto bien lo que no entiendo creo,
tomando ya la fe por presupuesto.

Yo no nací sino para quereros;
mi alma os ha cortado a su medida.
Por hábito del alma misma os quiero.

Cuanto tengo confieso yo deberos;
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir y por vos muero.

martes, 12 de febrero de 2013

GIH18: Obsolescencia programada.

Me confieso: apenas sé cambiar una bombilla, cuanto menos reparar un aparato electrónico de cierta complejidad. Por tanto, creo que queda claro que está fuera de mi alcance comprender los mecanismos físicos, electrónico-mecánicos-jaridemenagüer que hacen posible la obsolescencia programada, es decir, el que un fabricante o un diseñador puedan decidir el momento en el que su producto dejará de funcionar de manera tan irrevocable que será necesario comprar uno nuevo. Lo que sí sé es el mecanismo mental que hace válida esta idea, y el desastre ecológico que esto genera.

El mecanismo mental es simple: dinero. La pérdida sistemática de productos genera consumo, y el consumo genera riqueza, normalmente para el mismo grupito de privilegiados sin escrúpulos de siempre. El desastre ecológico también es simple: un sólo Nokia 282, un ladrillo de los antiguos, es un atentado contra la naturaleza por la gran cantidad de materiales no renovables que se usan en su producción y lo larga y costosa que es su degradación. No puedo, ni quiero, imaginar lo que supondrá un iPhone 5. Y la obsolescencia programada de esta clase de productos sólo hace que la contaminación aumente al 100, 200, 500% de lo que sería necesario. Si es que algo de todo esto es necesario.

He leído en mis apuntes -no me preguntéis cómo podía venir a cuento- que se estaban buscando sistemas planetarios extrasolares, pues esto supondría que este Sistema nuestro y en concreto, claro, la Tierra, no son un hecho aislado, sino que en cualquier otro rincón de la galaxia podrían haberse reproducido las características de nuestro planeta y, por tanto, la vida. Esta información está desfasada, claro, como el libro: actualmente, se conocen 413 sistemas planetarios extrasolares, todavía sin explorar.

Se me ha ocurrido que, a lo mejor, es tan importante que nuestro planeta no sea el único en el que existe la vida, que no somos un hecho aislado, un milagro del Universo, porque sería un consuelo. Porque significaría que no hemos cogido este planeta maravilloso, de cualidades únicas, y lo hemos destruido. Que no hemos devastado la única esperanza de vida que existía. Si hay más planetas, quizá en otro sistema, en otra galaxia, haya unos seres que han sido más inteligentes que nosotros y no la han cagado de esta manera.

Podréis imaginar que, si no entiendo la obsolescencia programada de un teléfono, mucho menos entiendo que nos hayamos permitido el lujo de programar la obsolescencia de la Tierra. Quizá exista vida inteligente ahí fuera. No han intentado contactar con nosotros, y eso ya es un buen indicio. Pero a lo mejor, por muchos planetas que haya, sólo el nuestro ha florecido. Y, durante apenas un suspiro, nos hemos dedicado a pisotear, escupir y salar la tierra que nos sostiene. Somos críos -razón, aquí- y como niños caprichosos nos hemos comportado: hemos vivido el aquí y el ahora, los deseos que nos asaltaban, sin pensar en lo que vendría después.

Hablo en plural, porque yo tampoco me excuso. Tengo un móvil y un ordenador y más cosas de las que necesito. Pero creo que, de vez en cuando, conviene mirar por la ventana y notar que, en lugar de árboles, vemos asfalto.

miércoles, 6 de febrero de 2013

Alergia.

Fascinante mundo, el de las alergias. Una alteración por la que, por algún motivo, el cuerpo decide tomar una sustancia inofensiva como nociva y atacarse a sí mismo. Me río yo de las que dicen que son feas y están gordas en el Tumblr y abusan de su autoestima. Já. Já. Já. Tres jás. Para que veáis cuánto me río.

Pero, como el Jefe no deja de enseñarme a cada paso -qué tío tan atento, de verdad...-, siempre se puede encontrar la buena noticia. O, por lo menos, el toque de humor.

Para que os acordéis de mí la próxima vez que os comáis un panchito:


domingo, 3 de febrero de 2013

#frunjiresvivir

El viernes, tuve el honor de asistir a un espectáculo maravillosamente tonto, de la mano del grandísimo David Guapo. El monólogo se llama "Que no nos frunjan la fiesta" y postula un principio que, sinceramente, me parece fundamental. Y es que la cosa está mal. Está muy mal, no vamos a engañarnos. Pero, si hoy puede venir cualquiera y hacernos reír, al siguiente podremos reírnos, y al siguiente, y al siguiente. Y todos los días que nos quedan. Está en nuestra mano no dejar que nos amarguen y, aunque sea con las pequeñas cosas, seguir riendo. Porque todos tenemos derecho a nuestra fiesta.

Así pues, me propongo hoy, y mañana, y pasado mañana, disfrutar de unas vistas maravillosas, que veo toda la ciudad y, cuando está despejado, hasta la sierra. Disfrutar de que mis padres están en casa y al llegar a mediodía tengo la comida hecha. Disfrutar de que, aunque haga un frío que no es ni medio normal, hace sol. Disfrutar de que tengo una alfombra nueva, recién llegada del corazón de Bolivia. Disfrutar de que tengo un profesor maravilloso de literatura. Disfrutar de la Coca-Cola de los domingos, que carga las pilas. Disfrutar, en fin, de la vida.

Que no os puedan frunjir la fiesta.


El espectáculo no se encuentra en Youtube, porque si grabásemos no podría contar chistes de gitanos, como muy bien nos explicó, pero os dejo estos diez minutos, que también es un regalo.