viernes, 30 de diciembre de 2011

Problemas del vestir.

Yo tengo muchos problemas en estas fechas tan señaladas, porque hay que ponerse monérrima. Y yo no sé hacer eso. Pero he encontrado la clave para sentirse mona, estupenda, fabulosa y todo tendencias en Nochevieja: te pones delante del espejo, con el vestido, los tacones, las joyas, tu pelo de estudiar y tu cara de sueño, y te dices: Estás buenísima.

Y ya está. Te ríes un rato, piensas cómo puedes ser tan tonta, te colocas otra vez tus vaqueros rotos y tu camiseta de propaganda y te pones a estudiar, mientras das vueltas por la casa para aprender a andar con los tacones. Monérrima no me siento, pero oye, con humor todo pasa mejor que con ketchup.

Qué poquito queda de 2011, madremía...

domingo, 25 de diciembre de 2011

Feliz Nochebuena, Feliz Navidad.

Yo siempre he dicho que estas fiestas no me gustan. Pues no sé por qué, porque las pelis de navidad siempre son tristes, o porque las luces siempre son una horterada, o porque siempre se come demasiado celebrando el cumpleaños de un niño que nació en un pesebre. No sé por qué, pero la Navidad me pone triste.

Sin embargo, este año me he propuesto ser feliz. Y, por eso, ayer fui todo lo feliz que la situación permitía, que fue mucho. Gracias a la familia, gracias a los amigos, y gracias al Singstar (imprescindible en cualquier fiesta). Gracias a Dios porque es Navidad, y este año me he dado cuenta :)

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Navidad

Este año me he propuesto ser feliz. Que me va a costar, ya lo sé, pero lo importante es la intención, ¿no?


Espero que vosotros lo consigáis o, por lo menos, me acompañéis en la intención.

sábado, 17 de diciembre de 2011

El Show de Truman.

Me pasó lo mismo cuando vi Matrix. Primero, me encantó. Segundo, flipé. ¿Y si nosotros también vivimos en Matrix? ¿Y si alguien lo descubrió y dejaron ahí la película porque nos entretenía y así pensábamos que no era posible? ¿Eh? ¿Te imaginas? Pues ahora estoy igual. ¿Y si alguien es tan retorcido que es capaz de llevar a la realidad El Show de Truman? ¿Y si mi vida es telebasura? No es que yo sea más interesante que Belén Esteban, no os penséis, pero... A lo mejor la propia Belén (pobre) es fruto de un productor sociópata (de más de uno, me vais a decir... Bueno, ya, pero centraos en el mensaje).

Y una vez que mi imaginación desbocada y somnolienta (no sé cómo hago para siempre ver las películas más interesantes a las horas menos decentes...) me ha colocado en ese mundo que me da escalofríos, en el hecho de estar viviendo una mentira y ni siquiera darme cuenta, en ser la marioneta de algún desquiciado que juega a Dios, llego al tercer paso. Pensar. ¿Qué haría yo? ¿Pastilla roja o azul? ¿Saldría, o me quedaría en el estudio? Porque me da un jari sólo de pensar que yo sea Truman, claro. Pero también me da un jari pensar en renunciar a todo lo que tengo ahora por una verdad cruda, descarnada, un mundo peor, más feo, más frío, más agresivo incluso. Me tiemblan las piernas sólo de pensar que lo que hay ahí fuera, la verdad (si es que eso es verdad y no estamos metidos en un infinito bucle de personitas que juegan a ser Dios, de películas dentro de películas, de Matrix sobre Matrix y tiro porque me toca...) es peor que esto que nos ha tocado vivir. Y eso que no tengo grandes quejas con mi vida ahora mismo. Y pensar en lo feliz que soy ahora, que ha sido orquestado por un guionista... Brrrr. Me dan escalofríos. Pero pensar en renunciar a mi familia, a mis amigos, a mi carrera... Pues también me dan los siete males, he de confesar.

Y vosotros, ¿qué elegís? ¿Pastilla roja o azul? ¿Felicidad, o verdad?

martes, 13 de diciembre de 2011

Disyuntivas.

Como filóloga wannabe, os podría largar ahora un rollo bien largo y contundente sobre las oraciones, conjunciones o mierdasenvinagre disyuntivas. Pero como soy buena, simplemente os diré que una disyuntiva es una decisión entre dos cosas. O, más bien, una indecisión.

Hay disyuntivas que son fáciles. ¿Qué quieres para cenar, brocoli o pizza? La elección es evidente; todo niño que respire se tiraría de cabeza a por el brocoli. No, ahora en serio, es fácil elegir cuando una opción es claramente malamalamala, traída directamente de las fumarolas del Infierno, y otra promete gloria y alegría. 

Es más difícil elegir cuando te dicen, ¿qué quieres para cenar, pizza o canelones? *wgraaaaaaaaggggghh* Perdón, me he ahogado por un momento en mis propias babas. Claro, porque cuando te ofrecen gloria y alegría, placer y regocijo, gozo inmundo en ambas opciones, no sabes pa' dónde tirar. Es una elección difícil (para la que yo suelo recurrir al pitopitogorgorito, que al final siempre eliges la opción que no sale... El ser humano es complicado).

Pero lo más difícil es cuando te presentan la siguiente sentencia: ¿Qué quieres para cenar, brocoli o acelguitas al vapor sin rehogar? Mother of God. Por un lado tienes las fumarolas del infierno, y por otro a Satanás sonriéndote. No quieres hacer ninguna de las dos cosas, pero algo tienes que elegir. Porque no te puedes quedar sin cenar. Hay que moverse. Hay que decidir, aunque cueste. Aunque todas tus opciones parezcan una mierda y sepas que las vas a pasar putas sí o sí, hay que elegir.

Y aquí estoy, señores, entre brocoli o acelguitas al vapor sin rehogar. ¿Qué hago? ¿Les echo queso por encima, me quedo sin cenar, o me tapo la nariz y como deprisa?

sábado, 12 de noviembre de 2011

GIH17: Por si acaso.

Hay una cosa que a las personas previsoras (o que por lo menos intentan serlo) nos trae por la calle de la amargura, por el callejón del llanto, por la avenida de las lamentaciones y por el más embarrado sendero del sufrimiento: hacer la maleta.
Y es que vosotros, pobres mortales, a lo mejor llenáis la maleta de ropa, de cosas útiles o que os podéis llegar a poner. Pero mi maleta se llena de por si acasos. Y es que no hay nada peor para mí que el que llegue mi madre y me suelte la bomba: Nos vamos una semana a Oviedo.
*chanchanchan. Truenos, relampagos, gritos de Psicosis de fondo. Histeria colectiva. De mi propio colectivo, que en este caso soy yo en mi misma mismidad intentando averiguar qué llevarme*.

Y es entonces cuando comienza el dolor y el rechinar de dientes. Yo decido cogerme la maleta pequeña porque, por mucho que alguno se empeñe en llamarme capitalista de mierda, no tengo tanta ropa y para una semana tampoco me hace falta llevarme todo mi fondo de armario. Y así, me planto ante esos cajones del infierno y me armo de paciencia y de mi habilidad en el Tetris (bastante buena, para qué negarlo *já*), y me pongo a meter cosas en mi maletita:

-Unas cuantas camisetas. De manga corta y manga larga, claro, que el tiempo es muy imprevisible por aquellas tierras de Dios.

-Un par de pantalones. Bueno, tres, por si me mancho. Bueno, y uno corto, por si le da por hacer calor.

-Un par de sudaderas, por si le da por hacer frío.

-Unas playeras, por si nos da por ir a la montaña.

-La toalla y el bañador, por si le da por hacer sol y puedo ir a la playa.

-El chubasquero, por si le da por llover.

-La bufanda y el gorro, por si le da por nevar.

-El maquillaje, por si a mi padre la da por hacerme fotos.

-El ordenador, por si me da la inspiración y escribo.

-Los Sims, por si me aburro mortalmente.

-El disco duro con películas, por si a mis padres les da por tener un momento fílmico familiar.

-El cuaderno, por si me apetece escribir en el coche (aunque me mareo mortalmente... ¡por si acaso!).

-Las acuarelas, por si me da por pintar el paisaje (no sé cómo, si yo nunca he sabido pintar y menos paisajes, pero bueno, ¡por si acaso!)

-La faldita, por si me da por salir de noche (¿con quién? no sé, pero ¡por si acaso!)

-Los tacones, por si ya me da el jari de arreglarme (¿para quién? creo que sabéis la respuesta...)

-El arpón, por si vamos a cazar tiburones (en el Cantábrico, sí, qué pasa).

-El equipo de cetrería, por si vamos a cazar.

-El vestido de gala, por si nos invitan a una recepción con los Príncipes de Asturias (sí, soy  republicana, pero parece que no escucháis, joder... ¡por si acaso!)

Yo, cuando acaba esta orgía de previsión y dejo de abrumarme con todas las posibilidades que caben en un viaje de una semana a Oviedo, me encuentro con que no me cabe nada en la maletita. Claro, mi vida tiene demasiadas variantes como para caber en una maleta de 50x40.

Personalmente, yo he pensado en unirme al circo. Así, cada vez que nos tengamos que mover, me llevo la roulotte conmigo, y ¡fuera preocupaciones! Aunque no sé si cabrá el tiburón blanco que puede que pesquemos algún día...

domingo, 23 de octubre de 2011

Parole

Hoy, me he dado cuenta de que, a pesar de ser escritora (o querer serlo. O tener la potencia para serlo. O vaya Dios a saber lo que me pasa a mí con la escritura..), no me bastan las palabras. Necesito actos. No me basta la voz, necesito el cuerpo. Y es que, como dijo alguien sabio (es que en la antigüedad había más que ahora. Aunque igual es porque había menos gente), Verba volant, scripta manent.

jueves, 13 de octubre de 2011

Working On a Dream

Dicen que los sueños están hechos para ser soñados, no para cumplirse. Que, si los consigues, se cubren de realidad y se vuelven vulgares. Se manchan, se desvirtúan, se rompen. Y dejan de ser sueños y se convierten en una pesadilla.

Pero voy a encontrar nuevas razones. Voy a resucitarme y a seguir adelante, como he hecho siempre.

Porque esto no puede convertirse en la fea y sucia realidad.

sábado, 8 de octubre de 2011

Friends.

- ¿Alguna vez has pensado en el futuro?

-Sí, lo he hecho.

-Bueno, y... ¿Me veías a mí en ese futuro?

-Tú eres mi futuro.

sábado, 24 de septiembre de 2011

Piacere.

La busqué entre letras de libros, de poemas, de canciones. De amor, desesperadas, escritas en los muros del barrio y del alma. La busqué en mi idioma y en todos los demás, en los que sonaban duros, en los que los insultos sonaban a palabras de amor, en los que ya sólo el saludo lo lleva a ser EL idioma (Ciao, mi chiamo Lorenzo. Piacere...).

La busqué en películas, en cortos, en escenas. En la fotografía más exquisita, en el argumento más sorprendente, en los guiones más exquisitos que ha escrito el hombre (BuongiornoprincipessaStanotte t'ho sognata tutta la notte...). La busqué en salas de conciertos y de exposiciones, en todas las obras que alguna vez se consideraron de arte. La busqué en el teatro, en retorcer mi cuerpo alrededor de un libreto y adaptar mi careta a la de otro personaje, quizá, más interesante.

La busqué en todos los países, con la imaginación, con instinto, con ganas de ir y conocerlos y decir Por fin...

Dediqué un segundo, lo que dura una vida, a buscar la felicidad. Felicitá...

Para encontrarla en el dolce far niente. En meterme en tu cama a calentarte las sábanas.

lunes, 19 de septiembre de 2011

Mi jaula de tiempo y té (II)

Cincuenta y nueve segundos después, abro la puertecilla, para no escuchar la molesta campanita que, como siempre, parecería demasiado jovial para mi casa. Nada más instalarme, la dejaba sonar y taladrar las paredes de mis tres diminutas habitaciones. Ahora ya no puedo. Odio su sonido agudo, su llamada imperiosa, como si reclamase que sacara de sus entrañas lo que había puesto a calentar. Como si, una vez cumplido su cometido, fuese mi tarea librarle de su carga. Me crié sabiendo que no tenía obligaciones; que mi destino era mío, y que nadie podría arrebatarme mi libre albedrío. Mi padre me llamó Laura porque significa “Victoria”; porque sabía que, hiciese lo que hiciese, ganaría. Y no por ser la mejor en nada, sino porque haría siempre mi voluntad. Nada ha conseguido arrancarme ese convencimiento. Nada, excepto esa dichosa campanita exigente.

Me tumbo en el sofá y me cubro con la manta, y tomo un sorbo de té demasiado amargo. Y encojo los pies como siempre, dejando un hueco donde nadie se va a sentar. Cierro los ojos, y casi puedo sentir su mano fría en mi pelo, su barba de tres días raspando mi mejilla con un beso, su olor a canela acariciándome la nariz, como cuando me ofrecía galletas recién hechas… Y decido dedicarle un momento a echarle de menos. A dejarme ahogar por esa añoranza que llevo bloqueando siete años. Pero cuando abro los ojos, su mano y su olor a galletas se desvanecen y sólo me queda un salón diminuto e impersonal y una ventana manchada de lluvia. 

Y el tic tac de cien relojes que atrapan el tiempo, que intentan controlarlo y parcelarlo, para no dejar un segundo suelto en el que pueda volver a hundirme. Miro la hora. 14:03. Momento para empezar a hacer la comida. Pero no puedo. He vuelto a los días sin segundero, a las tardes interminables montando puzles, a las notas escondidas antes de los exámenes. Al año en el que todo iba bien. El verano de mi vida.

Y no puedo evitarlo. Arrastrada por una fuerza invisible, salgo de mi casa y de mi jaula de alarmas y horarios, cogiendo una bici, un avión, un coche de alquiler, un viaje de doce horas y cien mil kilómetros a través del océano. Me fui al otro lado del mundo para escapar de los fantasmas y ahora, seis años después, vuelvo voluntariamente a encontrarme con ellos. Debo de estar loca. A lo mejor esa es la clave para encontrarle sentido a todo esto: estar loca. No entender lo que todo el mundo considera normal, para poder rozar los límites de lo sobrenatural.

Por fin, llego a mi destino. Hace un día que no duermo, que me muevo a remolque de ese impulso que desató la nota de mi padre. Siento que la cabeza me va a estallar; que la sangre no fluye, sino que se arrastra por mis venas; que las lágrimas se agolpan en las comisuras de mis párpados, pidiendo salir; que el viento me arranca la piel a tiras y me enreda los rizos, que se pegan entre ellos como betún. No me detengo. Camino con seguridad hasta la gran puerta de hierro forjado. Pero una vez ante ella, el aire se vuelve pegajoso, atrapándome, succionando mis pies como barro húmedo, intentando detenerme. Y consiguiéndolo. No puedo entrar. Una inmensa barrera de fantasmas, miedos y recuerdos se alza ante el cementerio, dejándome fuera.

Y vuelvo a caer tres mil kilómetros de golpe, vuelvo a dejarme llevar por la desesperación, vuelve el gorrión a golpear mis costillas. No visité su tumba hace siete años. No quise creer que se había marchado y pensé, con la inocencia de los niños, que si no veía cómo le enterraban, no lo asumiría. Que seguiría vivo en algún rincón de mi cerebro, y que podría pensar que estaba de viaje, o trabajando, o que se habría retrasado al ir a comprar. Cuando comprobé, un año después, que no funcionaba, me marché. Pero no había querido verla, de todas maneras. La tumba de mi padre se ha convertido en un símbolo; sé que, cuando llegue ante ella, podré aceptar y comprender su muerte. Y no puedo.

Con un suspiro, doy la espalda al muro de mis fantasmas, sabiendo que no me dejarán pasar. Que todavía hay muchas cosas que no entiendo, que cargo demasiados miedos sobre mis hombros. Y dejando que la muralla se derrumbe y se convierta en la niebla húmeda que cubre la ciudad, me alejo de los recuerdos, las preguntas y las pesadillas, de vuelta a mi jaula de tiempo y té.

viernes, 16 de septiembre de 2011

Mi jaula de tiempo y té

09:17.

Como todos los sábados, me despierto pronto para aprovechar el día. Después de tres minutos de bostezos, estiramientos y vueltas por la habitación, me dirijo a la cocina, a las 09:20, para prepararme el desayuno. Cuando a las 09:50 me meto en la ducha, pienso en lo que tenía que hacer hoy. Me sorprende no haber dejado ninguna tarea pendiente para el fin de semana, pero cuando salgo del baño, a las 10:15, ya tengo perfectamente claro a qué dedicaré el día. Desde hace unos meses, me molesta el saber que mi cuarto de sobra está desordenado. Los montones de cajas, revistas, libros y recuerdos que he ido arrinconando allí acabarán por explotar si no los ordeno pronto, y esta soleada mañana de abril parece perfecta para hacerlo. Así pues, a las 10:25, ya vestida con ropa apropiada para la tarea, me armo de valor y entro en esta habitacioncilla oscura y atestada de los restos de mi antigua vida.

Treinta minutos, dos cajas de fotos y mucha suciedad después, abro la tercera caja del montón. Esperaba encontrar allí otro cerro de imágenes descoloridas, de gente que no quería recordar y de sonrisas que ya no me pertenecían, pero el contenido de la caja es muy distinto. Cuadernos. Una docena de gruesos cuadernos de espiral, de tapas rígidas, esperan entre estas cuatro paredes de enmohecido cartón desde que yo misma las guardé ahí al acabar los exámenes de selectividad. Dudo. Estos viejos apuntes de geografía, historia, literatura, filosofía, matemáticas, ya no me sirven para nada. Hace un año y medio que he acabado la carrera, y ni siquiera en la universidad podrían haberme ayudado en algo. No obstante, comida por la curiosidad, abro uno de ellos, leyendo con avidez los conocimientos escritos con mi apretada letra de niña. Aquellos trazos todavía no habían pasado por el tamiz de la facultad de Historia del Arte, de la desesperación de coger todas las palabras del profesor, de la imposibilidad de escribir a la misma velocidad que se habla. Aquellas letras diminutas y cuidadosamente entrelazadas todavía reflejaban la calma de quien tiene mucho por vivir. Lentamente, me levanto, llevando el cuaderno conmigo y absorbiendo cada detalle de mi escritura.

Olvidada ya mi tarea de limpieza, dejo a un lado los interminables apuntes de filosofía y cojo el siguiente cuaderno. Literatura. Al acariciar el pulcro cartel que anuncia la asignatura escondida, ya sé los recuerdos que encontraré entre las tapas rojas, pero, cuando al abrirlas algo cae revoloteando al suelo, no sé qué es hasta que me agacho a recogerlo. Una pequeña rama de laurel seca, cosida a una nota manuscrita. “Volveremos a alzarnos con la victoria”. Una de tantas que había encontrado entre las sábanas, la ropa o las tazas del desayuno antes de cada examen. La última nota que mi padre, sin saberlo, me había enviado. Para cuando pude llegar a casa aquel día y tumbarme en la cama, y palpar debajo de la almohada buscando su calor, encontrando la rama todavía verde en su lugar, ya era tarde. Sus habituales palabras de ánimo se habían convertido en un mensaje de ultratumba que ahora, casi siete años después, tiene la misma fuerza de entonces.

Me tambaleo, sintiendo que el suelo se licua bajo mis pies y que me hundo hacia tres mil kilómetros de caída libre, al final de los cuales no me espera otra cosa que más vacío y una inmensa soledad. Sé que el mundo se ha parado el instante que hay entre un latido y otro, que se ha detenido cuando mi propio corazón ha intentado saltarse el segundo del dolor agudo, de la puñalada trapera de mis recuerdos enterrados. Pero el parón ha sido tan breve que nadie ha notado el desgarro en el tiempo; nadie excepto yo, que me he quedado atrapada en él. Por eso el segundo siguiente, cuando gira el mundo, me mareo por la velocidad que llevan las cosas. Caigo de rodillas entre la suciedad y el polvo que desprenden mis sentimientos caducos, sabiendo que algo no va bien. Que este pajarillo que aletea contra la jaula de mis costillas llevaba demasiado tiempo dormido como para despertar así.

Con un jadeo, dejo caer el cuaderno, que se cierra de golpe, dándole un portazo en las narices al pasado. Huyendo de esa maldita habitación y de los fantasmas que se esconden en ella, me refugio en la cocina, escuchando el tic tac tranquilizador del gran reloj. Miro el segundero y cuento, mientras se calma el temblor de mis manos. Tic, uno; tac, dos; tic, tres; tac, cuatro; tic, cinco… trescientos sesenta y cinco segundos después, sueño con la ilusión de haber consumido un año en cada respiración. Rozo la ilusión de haber enterrado el dolor y, lentamente, cojo mi taza azul y la lleno de agua fría. Rápidamente, la meto en el microondas y programo un minuto, temiendo que, si pienso lo que estoy haciendo, no le encuentre sentido. Simplemente, sé que el frío que se ha quedado conmigo no se irá con una chaqueta ni con una manta, porque está por dentro. Y lo único que se me ocurre es hacer té, por si con él consigo calentarme.


Continuará...

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Me llamo Mermelada.

Pero a lo mejor sí que valgo para algo. Para hacer exámenes, por lo menos. Temed, madrileños, porque dentro de poco estaré poniendo en peligro las calles :P

lunes, 12 de septiembre de 2011

Me llamo Mermelada.

no tengo solución, no valgo para nada...


A veces viene bien una sesión de risa. De esa incontrolable, que te sale de los pies. Que deje secuelas. Una sonrisa para toda la tarde. Y una cita "de las de verdad". Aunque, al fin y al cabo, nos vamos a quedar al otro lado de la gente normal...

jueves, 1 de septiembre de 2011

Prefiero un buen polvo a un rapapolvo.

Prefiero querer a poder,
palpar a pisar,
ganar a perder,
besar a reñir,
bailar a desfilar
y disfrutar a medir.

Prefiero volar a correr,
hacer a pensar,
amar a querer,
tomar a pedir.
Antes que nada soy
partidario de vivir.


A mí esta canción me parece propia de un genio. Pero que cada uno opine lo que quiere, que contra gustos no hay disputas (y cada cual baja las escaleras como puede...)

lunes, 29 de agosto de 2011

12.

Lo enviaron a Irak hace cinco años y aún lo espero. Está muerto, lo sé, puedo sentirlo en los huesos. Pero lo espero. Porque era una de esas raras personas que creían sinceramente en los milagros y en las promesas. Prometió volver, aunque sabía que no podría cumplirlo. Y, por eso, lo espero.

sábado, 27 de agosto de 2011

GIH16: Twitter.



Recientemente, volví a Twitter. De momento, leo y retwiteo (quienes no estéis familiarizados con los términos, instruíos vosotros mismos, tengo prisa) pero, dado que ya empiezo a enunciar mis pensamientos en breves frases de no más de 140 caracteres, pronto volveré a publicar cosas. O no. Ya veré. Pero de momento me gusta ver las rayadas mentales de genios como Ángel Martín, Goyo Jiménez, Dani Rovira, Álvaro Carmona, elbicharraco o Lord Voldemort (juro que no estoy loca, ¡buscadle!), las cosas tiernas de Dani Martín o de Ricky Rubio y demás cosas. Twitter está muy bien cuando sigues a famosos porque, si lo hacen lo suficientemente bien, te crees que les conoces y todo.

Sin embargo, en este tiempo he observado que hay tres tipos básicos de usuario de twitter. En mi opinión, uno es correcto y los otros dos merecen morir. 

El tipo correcto de usuario (o el que me gusta a mí, no voy a ser tan categórica) twittea con moderación, ni mucho ni poco. Se ajusta a los caracteres que le dan (esto es importante para el tercer tipo de usuario, retened este dato). Si tienes suerte, es ingenioso, gracioso, inesperado y hasta se entera de lo que pasa en el mundo y lo comenta. Si no tienes suerte, es un poquito moñas o cansino, y si no es famoso te cuenta su vida. Pero incluso estos no son demasiado sufridos.

El segundo tipo de usuario, al que yo asesinaría brutalmente después de hacerle escuchar entero el disco de Justin Bieber (insértese aquí cualquier otro tipo de aberración musical, no discrimino), es el BañoTwitter. Es decir, el que tiene Internet en el móvil, pasea el portátil por toda la casa o ni siquiera se levanta de la mesa del ordenador. Y de paso, te cuenta su vida, desde que se despierta y se quita las legañas, pasando por el desayuno, la visita al baño, las veces que se ha mordido las uñas, cuántas moscas han entrado por la ventana y la música con la que le obsequian los gitanos de abajo. TODO. Todos los detalles de su vida íntima y pública, y lo que es peor, fisiológica, están colgados en la red. Todos los comentarios que se les ocurren sobre la película que están viendo, el libro que están leyendo o la nube con formas graciosas que están viendo, acaban automáticamente en Twitter. Es como el típico amigo pesado que te llama tres veces al día para darte el parte, pero por Internet. Precioso.

Y el tercer usuario es el que no se ha enterado muy bien de qué va Twitter, pero lo usa igual. Suelen ser escritores, periodistas o pseudosabios a los que les gusta hablar mucho y bien y, claro, los 140 caracteres de un tweet se les quedan cortos. Pues usan más. Y en un momento te pueden echar un discurso de dos páginas divididos en miniparrafitos de dos frases. A estos usuarios, con todo mi cariño, les recomendaría que cultivasen el noble arte del resumen o, aun mejor, el de no utilizar las nuevas tecnologías y limitarse al papel, que es lo suyo.

Y sin más, me despido. #TwitterOff.

miércoles, 24 de agosto de 2011

Locura limpiadora

No sé si alguno será conocedor de este término que yo uso mucho, sobre todo los sábados por la mañana. Y es que yo no soy especialmente ordenada y, a base de "esto lo dejo aquí que no molesta", "a esto le busco un huequito luego, que no es nada", "esto no lo voy a tirar porque es tan cuuuuco/me trae taaantos recuerdos"... Acabo con una montaña de basura del tamaño de la mesa. Y cuando lo veo, a poquito tiempo libre que tenga, me agobio y empiezo a tirar como una descosida, a ordenar, a limpiar y si me apuras a hacer bricolaje (que gracias a eso tengo un espejo en mi habitación xD). Pues eso, que me da la locura limpiadora.

Y ahora que he vuelto a casa, con esto de año nuevo, vida nueva (y si ya es vida nueva, vida nueva, ni te cuento...), me ha dado la locura limpiadora monumental. Tanto, tanto, que hasta me he puesto a tirar libros. Pero tengo un problemón, porque aunque tengo cuatro bolsas repletas de libros malos, feos, destrozados, antiguos y que nadie quiere de los que me quiero desprender, no puedo tirarlos. No tengo corazón para echarlos al contenedor de papel para que se conviertan en bricks de leche.

Asín pues, necesito ayuda.

Si alguno conoce un sitio donde llevar libros para que sean intercambiados o recogidos y mimados, o simplemente recogidos, que me lo diga, por favor.

He pensado en llevarlos a la Tabacalera de Lavapiés (Madrid), pero no sé yo si allí siguen recogiendo todo libro que les lleves, así que si conocéis algún sitio del estilo en Madrid, me vendría chachipiruli ^^

Grazie :)

domingo, 21 de agosto de 2011

Hijos de la ira.

No me extraña que nos manifestemos tanto últimamente. Y eso que somos una generación a la que se le ha dado todo, no sólo lo que necesitábamos (y es que conozco poca -o ninguna- gente que no tenga cama donde dormir, comida en la mesa, agua corriente, más ropa de la que necesita, y por su puesto un móvil y un ordenador, aunque sea a compartir entre toda la familia. Que tampoco es el caso) si no lo que pedíamos, lo que se nos antojaba, lo que salía en cada momento por nuestra boquita. Y nos lo han dado ahora, y ahora queremos las cosas.

Pero también somos una generación a la que se le prometió todo. A la que se le juró (por lo menos a mí) que con una carrera se llegaba a ser alguien en la vida, que si estudiabas y te preparabas tendrías un buen trabajo, que con esfuerzo se conseguía un futuro, que el inglés y la informática eran importantes. Que sería duro, porque sin experiencia no se contrata a (casi) nadie, pero sería posible. Y nos encontramos con una carrera acabada, algunos incluso con másters, con experiencia los que tenían mucha suerte, con más preparación que todas las generaciones anteriores... Y en la calle. O, con suerte, repartiendo hamburguesas; eso sí, en fluido inglés y alemán y con un manejo de las vueltas que sólo la carrera de económicas puede darte. Y estoy hablando de la gente con la que yo me muevo, que en general ha estudiado o está en ello. No quiero ni pensar en aquellos que empezaron a trabajar pronto y ahora se encuentran también en la calle, sin trabajo ni formación ni nadie a quien pedirle explicaciones.

No me extraña que nos manifestemos, que nos quejemos, que salgamos del pasotismo adolescente que con tanta alegría nos han colocado. Porque nos sentimos estafados, víctimas de un sistema que se nos dio hecho y que no podemos arreglar, porque somos demasiado jóvenes como para que nos dejen hacerlo. Estoy a punto de empezar la universidad, y me encuentro pensando si en cuatro años esto habrá remontado lo suficiente como para encontrar un trabajo. Esto no venía en el contrato que yo firmé hace dieciocho años.

A mí me han engañado.

lunes, 1 de agosto de 2011

Tengo derecho a mi fiesta.

Porque está todo mal, tengo derecho a salir, a bailar, a gritar. Y es que es ridículo callarse cuando quieres decir que estás bien cuando todo va mal.

A lo mejor es porque me gusta llevar la contraria. A lo mejor soy, como dice mi madre, el espíritu de la contradicción.

Está nublado ahí fuera, es un día francamente deprimente. Pero yo tengo derecho a mi fiesta, así que disculpadme si pongo la música más chorra que encuentre a todo volumen y me pongo a cantar.

martes, 26 de julio de 2011

Superhéroes.

-Básicamente quiero que me haga sentir que no estoy desaprovechando mi vida, porque es muy corta. Quiero que me abra las piernas, no el cielo: pero que lo haga cada noche. Quiero que sepa mentirme. Quiero que no me importen sus mentiras porque se deja su alma cuando está conmigo. Quiero que sea generoso porque puede, no por obligación. Quiero que tenga sangre en las venas. Quiero que me grite lo puta que soy cuando le abandono. Quiero un poco de épica. Quiero que le dé igual lo que yo haga cuando no esté con el porque sabe que no voy a encontrar a nadie mejor. Quiero que me tiemblen las rodillas cuando me agarra la nuca.

Quiero que me lleve a dar la vuelta al mundo, pero no en ochenta días. En mil, dos mil, veinte millones. Los que hagan falta. Quiero que tenga todo el tiempo del mundo para estar conmigo. Quiero que detenga el tiempo, para que un minuto se convierta en un día.

Qué cojones. Quiero que vuelva. Que esté. Y punto.

sábado, 23 de julio de 2011

Titiritera.

Cuando no hay mucho que contar, me lo invento. Es mejor, así tu vida siempre parece interesante. El problema es que, a veces, sí que hay cosas que contar. Y no las cuento. Es más fácil inventar trivialidades que poner en palabras los retortijones del corazón. Mi padre dice que nací para titiritera; para distraer la vida y el dolor en frases cortas, anécdotas emocionantes y palabras bonitas.

Quizá sea cierto.

sábado, 16 de julio de 2011

Y yastá.

Queda mucho más bonito It All Ends, ya lo sé. Pero en estos momentos de profunda emoción (y es profunda y es emocionante, no os dejéis engañar por el cachondeo en el que me escudo), no puedo decir otra cosa.

Yastá.

Se acabó.

Finí. Terminado. Capum.

Once años de mi tierna vida, toda mi infancia consciente, toda mi adolescencia (o casi), terminan con Harry. Mis recuerdos prácticamente comienzan con este libro. He llorado más por esta saga que por el resto de desgracias en mi vida. Y eso que, en privado, yo soy muy llorona.

Se ha acabado. Y no me lo creo. No sé cómo podría creérmelo. Por eso voy a ir a verla un par de veces más al cine. Y las que me echen en DVD. Pero aun así.

Estoy hecha una penita. Como ya os he dicho, son momentos de profunda emoción.

martes, 12 de julio de 2011

Muy fuerte.

Es muy fuerte llegar y, aunque no os he visto en meses, recuperaros en un abrazo. Seguimos conectando como siempre. Es muy fuerte.

Es muy fuerte tener doce niños a tu causa y que, aunque sólo conocías a cuatro de antes, a los diez minutos ya son tus niños. Todos ellos. Es muy fuerte.

Es muy fuerte que el cuerpo se acostumbre a dormir sólo seis horas, y esas seis, encima de las duras tablas. Porque al fin y al cabo, descansar se acaba haciendo secundario, cuando tanta gente te da su presencia. Es muy fuerte.

Es muy fuerte que ya no hagamos el volante. Echar de menos tres días andando y andando y andando por la montaña, sin parar. Y sin sentirlo. Ojalá pudiésemos hacerlo otra vez. Es muy fuerte.

Es muy fuerte que un niño te pida tu messenger, y te apunte como "Bea moni". ¿Ya soy moni? ¿Por qué me acabo de dar cuenta? Es muy fuerte.

Sois muy fuertes. Soy muy fuerte, gracias a vosotros.





En mi debilidad, me haces fuerte.
En mi debilidad, me haces fuerte.
Sólo en tu amor me haces fuerte,
sólo en tu vida me haces fuerte.
En mi debilidad, te haces fuerte en mí.

viernes, 1 de julio de 2011

Necesito descansar.

La fiesta continua, las carcajadas, los rituales paganos de cariño, cansan demasiado. Pero quién quiere vacaciones, teniéndolas a ellas.

Y ahora, me piro al campamento. He tenido exactamente trece horas en Madrid entre un viaje y otro. Me las habría pasado todas leyendo tus correos desde la selva, pero he tenido que hacer y deshacer maletas como una loca. Y mañana, a estrenarme como monitoras.

Que Dios les pille confesaos xD

a más ver de nuevo, gentecilla ;)

jueves, 23 de junio de 2011

Me piro.

A la playa.

Volveré más morena y mucho más relajada. Espero.

A más ver, gentecilla de Internet ;)

martes, 21 de junio de 2011

No.

No general.

No me da la gana de irme.

Me encanta cuando pides una cosa, una sola, nueve días que reservas con meses de antelación. Y como son tus padres, tienen todo el derecho del mundo a tirártelos por tierra. A meterte en el coche y llevarte donde les salga de las narices, y quien se quede atrás les da igual.

Pues lo siento, pero no.

No me voy.

domingo, 19 de junio de 2011

Gasolina.

A veces, pierdes fuelle. Vas a tope, dispuesta a comerte el mundo, convencida de que vas a conseguirlo, porque tú eres así. Eres de las que lo consiguen. Tó chula. Y, de repente, pierdes fuelle. Das un paso más corto que otro, dejas de correr en dos pasos y te paras. Y no sabes por qué corrías, qué perseguíais o de qué huías. Dejas de creértelo.

Es muy fácil dejar de creerse las cosas. Dejarse llevar por el desaliento y por la desesperanza, y por la certeza de que el mundo va muy mal y no te va a ir bien sólo a ti, por tu cara bonita. Es muy fácil venirse abajo y un día, viendo el atardecer más bonito de Madrid, quedarse sin nada. Sin sueños, sin planes, sin esperanzas. Quedarte sólo con las ganas de llorar en ese mismo banco, sin moverte, porque después de todo no vas a llegar a ninguna parte.

Cuando te has vaciado así, es difícil, casi imposible (al menos para mí) ponerse de nuevo en marcha. Rellenar el depósito y ponerse a andar hacia tu futuro otra vez. Pero la cosa es que a mí no se me ha acabado la gasolina, que la gasolina eres tú. Se me ha calado el motor, pero el depósito sigue lleno, listo para cuando quiera ponerme otra vez a funcionar.

Ahora sólo tengo que creérmelo.

jueves, 16 de junio de 2011

Suerte.

¿Qué es la suerte? ¿Alguien lo sabe? ¿Alguien podría definirme, con palabras muy exactas, qué es la suerte? La buena, la mala, la regular, la que os apetezca. La suerte es muy relativa. A mí me pareció una suerte que cayese la generación del 27 en la última evaluación, pero mis amigas no se lo habían estudiado y les pareció una pedorreta del destino.

He oído mucho la palabra suerte últimamente.

Y voy a mirarte, a morirme y a luchar, vibrar de alegría y quererte aun más, que tú eres la suerte de mi vida...

Sin miedo sientes que la suerte va contigo, jugando con los duendes, alegrándote el camino...

Puedes hacerlo. La suerte está en tus manos.

-Aini, deséame suerte *asiente con la cabeza* No, que digas suerte.
-Ah... Suerte.

Lucky I'm in love with my best friend, lucky to have been where I have been...

No sé qué es la suerte. Pero sí sé queeres mi suerte.

martes, 14 de junio de 2011

Verano...

Tengo la sospecha de que eres lo mejor que va a pasarme. Y eso que aún no has empezado (que, como no se cansan de repetirme, vendrás el 21 y no antes...), pero ya me has dado tantos buenos momentos...

Que no decaiga, por favor.

Yo, mientras tanto, haré caso a lo que dijo alguien mucho más sabio que yo:

grrñam!

(La vida es algo que hay que morder, y en cada boca tiene un sabor)

viernes, 3 de junio de 2011

Graduada.

Vale. Pues me he graduado. Me he puesto un vestido bonito, me he subido a unos tacones, me he maquillado y me he alisado el pelo. He ido al colegio y he escuchado hablar a mis compañeros y profesores de lo bien que lo hemos pasado estos años, de cuándo hemos aprendido y los buenos recuerdos que nos llevaremos. He recorrido el "patio" del colegio por última vez, le he presentado a mis papás a mi profe de latín, he hecho el capullo con la gente. He ido a cenar con mis amigas. He ido a un local por el que he pagado demasiado, he bebido garrafón, he bailado chundachunda del malo y del peor, he asistido anonadada a todos los líos, rollos, errores y relaciones que surgieron en esas cinco horas, he vuelto a casa en taxi a las cinco y media de la mañana agotada de todas las maneras posibles.

Me he graduado. Y no he sentido nada.

Puede que porque yo ya estaba desahuciada de ese sitio hace ya bastante tiempo. Puede que porque no me he despedido de nada realmente importante. Puede que porque Selectividad es una amenaza mucho más grande que el irme de un colegio que nunca ha sido realmente mío. Puede que sea una insensible de mierda como mis amigas no se cansan de repetirme.

Pero seguramente sea porque, a pesar de los buenísimos y malísimos recuerdos que guardaré de este lugar y de tener que agradecerle las mejores personas que hay en mi vida, lo que me espera es mucho más prometedor que todo lo que dejo atrás. Y por primera vez en mi vida, lo veo así. Tengo confianza en el futuro, en lo desconocido, en lo nuevo.

Por eso, me he graduado y no he sentido nada.

miércoles, 1 de junio de 2011

Pánico.

Vale. Ya sé en qué Facultad me examino. Si vais la semana que viene a la Facultad de Derecho de la UCM, posiblemente me veáis histérica llorando por las esquinas. O no, porque habrá mucha gente haciendo lo mismo.

Luego volveré y os diré, como todos, que es el examen más fácil del mundo, que con lo que he estudiado para aprobar segundo me bastaba y que me siento timada, pero ahora, ahora mismo, en este preciso instante... Creo que me va a dar un colapso.

¡No me da tiempo a nada!

Maldita Selectividad ¬¬

martes, 31 de mayo de 2011

Canción de amor

¿Cómo sujetar mi alma para
que no roce la tuya?
¿Cómo debo elevarla
hasta las otras cosas, sobre ti?
Quisiera cobijarla bajo cualquier objeto perdido,
en un rincón extraño y mudo
donde tu estremecimiento no pudiese esparcirse.

Pero todo aquello que tocamos, tú y yo,
nos une, como un golpe de arco,
que una sola voz arranca de dos cuerdas.
¿En qué instrumento nos tensaron?
¿Y qué mano nos pulsa formando ese sonido?
¡Oh, dulce canto!




Que mis apuntes contengan cosas como esta, no tiene precio.

Para todo lo demás, Selectividad.

sábado, 28 de mayo de 2011

Planesplanesplanes


Quiero ir al parque de atracciones, comprarme unos vaqueros y muuuuuchas camisetas de colores, apuntarme a la autoescuela, renovar el carnet joven, ir a la FNAC con mi tarjeta regalo cortesía del colegio Montserrat (lo único bueno que me ha dado últimamente mi amado colegio...) y comprarme el disco nuevo de Extremoduro y unos auriculares, porque los míos ya han muerto definitivamente, hacer una cena de Humanidades, hacer no una ni dos ni tres, sino tres maletas para este verano de locos que me estoy montando, irme un día o dos al campo, mandar la solicitud para una beca guachiquetemueres, tirarme hooooras y horas en la hierba, ir al templo de Debod, que lo tengo muy abandonado, aprender a hacer un smokey, hacerme la manicura francesa, dormir hasta tarde (muy, muy tarde... darle la vuelta al reloj biológico), salir de fiesta tres o cuatro días seguidos, quedar con mis amigosmásamigoscasifamilia, encontrar unas cuñas que no parezcan andamios para repintar la cúpula de la Capilla Sixtina, irme al pueblo con mi hermana y las dos niñas y que todo sea una locura, volver a aprender a andar con sandalias, ir a la piscina y a la playa, ponerme no morena sino negra, ir al cine a ver Piratas del Caribe y Happy thank you more please y Los chicos están bien y Chico y Rita y Pequeñas mentiras sin importancia y Midnight in Paris y quiero que se estrene ya Harry Potter siete y llorar a todo llorar en el cine y...

Dios mío, tengo muchos planes para este verano. Porque va a ser el verano de mi vida, os lo advierto ya.

Pero primero, Selectividad. Céntrate.

Me vuelvo a estudiar.

martes, 24 de mayo de 2011

Días y días.

Hay días que justifican las pellas, el no estudiar, el llegar tarde, el darse prisa. Hay días que lo justifican todo, porque son muy grandes.

Hay días que no deberían ni haber empezado. Días que machacan, que te oprimen la garganta y te dan ganas de llorar, que empiezan fastidiando, siguen fastidiando y que acaban estallándote en la cara, porque esto no hay quien lo arregle.

Si lo sé, hoy no me levanto de la cama.







El lunes cuesta; el martes, imposible sin tu voz.

domingo, 22 de mayo de 2011

Estoy mayor.

Me he dado cuenta de que estoy mayor.

Y no porque en dos semanas haga Selectividad (mami, tengo miedo...).

No porque por primera vez en mi perra vida me interese la política, y me interese mucho.

No porque me esté dando cuenta de todas esas cosas que no me afectan directamente y aun así sé que están mal.

No porque hoy haya ejercido mi derecho al voto por primera vez.

No porque haya hablado (discutido...) de política con mi padre, con mis amigas, con los vecinos y con quien haga falta.

No porque me sienta una parte pequeñita, diminuta y tremendamente inactiva (malditos exámenes ¬¬) de la Spanish Revolution.

Hoy me he dado cuenta de que estoy mayor porque, llevada por las prisas, he cruzado un semáforo en rojo. Y detrás de mí, un niño de unos cinco años que esperaba con su madre ha gritado con toda la potencia de sus pequeños pulmones:

- ¡Haaaala! ¡Esa señora ha cruzado en rojo!

Repetiré la inocente frase, por si no he sido clara:

- ¡Haaaala! ¡Esa señora ha cruzado en rojo!

Una vez más:

- ¡Haaaala! ¡Esa SEÑORA ha cruzado en rojo!


Sí. Efectivamente. Un niño de cinco años me ha llamado señora a mis tiernos dieciochoreciéncumplidos. Y yo, después de esto, no tengo nada que añadir. Me voy a llorar un rato mientras me busco patas de gallo.

Buena jornada electoral a todos.

lunes, 16 de mayo de 2011

3 semanas.

21 días.

504 horas, minuto arriba, minuto abajo.

El seissieteyochodejunio (de tanto decirlo, se ha convertido en una sola palabra) hago Selectividad. Y se acabó. Se acabaron los exámenes, Bachillerato, el instituto, el curso... Todo. Se acaba todo.

Cumplí dieciocho años hace nada, pero no me pareció que me estuviese haciendo especialmente mayor. Pero ahora, cuando me he dado cuenta de que me quedan tres semanas para el abismo, para ese tiempo en el que no seré ni bachiller, ni universitaria, ni preuniversitaria, ni siquiera estudiante (por supuesto, no trabajadora), sólo una ni-ni esperando que la admitan en la Autónoma, me ha entrado vértigo. Un vértigo que te cagas.

Es en ese vértigo cuando me da por revisarme a mí misma. A lo que soy, a lo que hago, a lo que quiero. Vuelve la Medicina, el Periodismo, el Erasmus, Italia, Francia, escribir, los veranos, el rayarse una y otra vez por lo que es, lo que ha sido, lo que será y lo que pudo ser. Inútil, lo sé perfectamente, pero inevitable siendo yo.

Sin embargo, no es tiempo de rayarse. Voy a tomarme una biodramina y a seguir estudiando, que en tres semanas hago Selectividad.

sábado, 14 de mayo de 2011

GIH15: ¿Por qué?

Y es que los niños tienen una edad maravillosa: La edad del Por Qué. A algunos les llega antes y a otros después, pero suele rondar los cuatro años y se caracteriza por el lamentable hecho de que cada acontecimiento en este Universo es susceptible de ser explicado y, por tanto, está perfectamente justificado que preguntes cuantas veces necesarias ¿Por qué?

Y los desgraciados adultos que a tu alrededor se encuentren tienen dos maneras de enfrentarse a tus preguntas.

La primera, tener paciencia e intentar contestarlas.

-Ainara (sobrina de una servidora que se encuentra en tan maravillosa etapa de su desarrollo...), ven aquí.

-¿Por qué?

-Porque no quiero que te acerques a la plancha.

-¿Por qué?

-Porque te puedes hacer daño.

-¿Por qué?

-Porque quema.

-¿Por qué?

-Porque para alisar el pelo tiene que estar caliente.

-¿Por qué?

-... ¬¬

Insisto en que TODAS Y CADA UNA de las cosas que pasan pueden ser explicadas y, por tanto, nunca se llegará a una respuesta satisfactoria que corte el torrente de preguntas (abundantes pero, como habéis visto, poco variadas).

Una vez el pobrecito adulto ha comprobado que no dejan de preguntar, toma la otra opción, la vía "rápida": no contestar. O el porquesí, que lo llamo yo.

-Ainara, ven aquí.

-¿Por qué?

-Porque sí.

-¿Por qué?

-Porque lo digo yo.

-¿Por qué?

-Porque sí.

-¿Por qué?

-... ¬¬

Y no, efectivamente, no se les puede ganar. Sólo esperar con paciencia (y con mucho cariño) a que lleguen a la siguiente etapa de su crecimiento, igualmente maravillosa y exasperante. Pero eso, para otra entrada.


sábado, 7 de mayo de 2011

Anarquía del corazón.

(Artículo de Bárbara Alpuente en su columna Nadie es perfecto).

Hoy voy a entregarme a la anarquía porque es el único orden que mi espíritu tolera. A la anarquía del pensamiento ligero y recién nacido, dispuesto a librarme de la estaca del pensamiento agónico. Engendraré pensamientos sin estrenar que convivirán en armonía con el caos temporal de mi estrecha mente. Hoy voy entregarme a la anarquía del amor, y voy a enamorarme de todo el mundo por un día. Besaré en los párpados a los desconocidos, enredaré mis dedos en nucas anónimas, rozaré sus mejillas con el dorso de la mano y respiraré muy cerca de cuellos escondidos. Hoy voy a entregarme a la anarquía del lenguaje, pronunciando mis palabras favoritas sin una lógica aparente, sólo para disfrutar del sonido que desprenden. Gritaré: “Drástico, histriónico, esdrújula, desasosiego, esculpir, lánguido, beso, mitocondria, cosmogonía, druida, perplejo y edredón”. Hoy me entrego a la anarquía sin molde, del poema sin rima, de sinfonías mudas, del lienzo que te mira y parece dibujarte.

Me entrego a la anarquía de estar viva, muriendo un poquito en cada respiración para resucitar con los pulmones llenos de posibilidades intactas. A la anarquía de mi cuerpo, sometido a un orden impuesto con el que no siempre comulga. Me detendré a escuchar mis huesos y el rumor de mi océano interior al borde del tsunami. Me entrego a la anarquía del latido planetario, sucumbiendo a una arritmia universal. La anarquía del tiempo, poniendo a cero los relojes de la historia y cruzando fronteras invisibles de minutos rendidos. La anarquía del espacio, visitando a mis muertos cuando se ponga el sol. La anarquía de la convención, rompiendo la línea argumental hasta convertirla en infinita e intermitente.

Hoy me entrego a la anarquía de la experiencia, olvidando el escondite en el que aguarda hambrienta mi memoria traumática. La anarquía de la amistad, confesando mis entrañas a quien me quiera escuchar y jurando lealtad a los extraños. La anarquía de lo correcto y lo incorrecto, del bien y del mal, de lo moral e inmoral; a la anarquía del pensamiento trinitario hasta enterrar para siempre el pensamiento dual. Hoy me entrego a la anarquía del teclado ¿¿¡¡”dhjsdhsdh+ññjkad@hañd$adCkdha”¡¡?? La anarquía del movimiento , quebrando con pasos de claqué la repetida senda por la que la inercia me obliga a caminar.

La anarquía de la reflexión, sin tener claro si estoy a favor o en contra de lo que yo misma sugiero. A la anarquía de la vida real , sembrando con semillas de ficción lo que me queda por vivir, lo que me queda por morir. La anarquía del miedo, surcando mis temores con los ojos muy abiertos. La anarquía de la ciudad, observando flores que crecen en los tejados, árboles que sobreviven en bulevares de cemento, pájaros que desconocen que lo son y transeúntes frenéticos con destinos estáticos. La anarquía de la importancia, relativizando incluso la trascendencia de la muerte. Hoy me entrego a la anarquía del monólogo interior, desmenuzando el sonido que ataca mi mente hasta dejarlo atónico e inofensivo. Hoy tengo espíritu ácrata y alma libre. Mañana, paradójicamente (o no) Dios dirá.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Yo también me enamoré.

Se llamaba libertad.

Que a veces significa poder elegir, tener que elegir, ser consciente de tu propia responsabilidad contigo mismo y, lo que asusta más, con los demás.

Pero que hoy es, simplemente, llegar a casa, poner una canción tonta y ponerse a cantar.

Porque no tienes nada mejor que hacer.


lunes, 2 de mayo de 2011

Queen

I'm burning through the sky Yeah!
Two hundred degrees
That's why they call me Mister Fahrenheit
I'm trav'ling at the speed of light
I wanna make a supersonic man out of you..

If you wanna have a good time just give me a call.



Porque todos necesitamos un subidón últimamente.

sábado, 30 de abril de 2011

11. Deseos



-Cuando soplo una pestaña, o una vela, o un diente de león... ¿Sabes lo que pido?
-Si me lo dices, no se cumplirá.
-No, es verdad...












-Pido que todo salga bien.

miércoles, 27 de abril de 2011

domingo, 24 de abril de 2011

Consejos vendo...

Que para mí no tengo.

Disfruta cada minuto que tengas libre. Desconecta. Cuando estás de fiesta, estás de fiesta, y nada más importa. Ni los estudios, ni las movidas en casa, ni siquiera las movidas con la persona a la que estás abrazando. En ese momento, tienes que ser feliz. Y ya está.

Y es tan fácil decírtelo cuando veo que lo necesitas, y luego yo no soy capaz de aplicármelo. Pero se supone que esta es mi resurrección, ¿verdad?

miércoles, 20 de abril de 2011

GIH14: La Criptografía.


La criptografía.

Según la RAE: Arte de escribir con clave secreta o de un modo enigmático.

Según yo, el noble arte de entender la letra de mi padre. Si puedes leer con fluidez la lista de la compra de mi señor progenitor, los jeroglíficos son un pasatiempo para ti. Yo, que llevo dieciocho años viviendo bajo su mismo techo (como él no se cansa de recordarme...) estoy en el nivel intermedio, así que vosotros, pobres mortales, sois apenas unos principiantes.

Y esto, que puede parecer una chorrada, es algo muy necesario en, al menos, los siguientes dos escenarios:

Entender la corrección de tu examen.

Sí, señores, sí. Porque en la mayoría de los casos (no nos engañemos...) nos da exactamente igual lo que ponga en un examen corregido, bien porque estás de acuerdo con la nota, bien porque te la repanpinfla de tal manera la asignatura que probablemente no sepas ni cómo se llama en realidad. Pero hay casos en los que una quiere, por la razón que se le antoje, saber por qué le han bajado medio punto en una pregunta calcada del libro; y ¿qué se encuentra? Un garabato en el margen.

Claro, ahí no te queda otra que coger tu manual de egiptología, tu diccionario de griego antiguo, el de árabe de los tiempos mozos de tus padres, un par de ejemplares en cirílico y sánscrito y unas cuantas fotos de la cueva de Altamira, en un vano intento de configurar una nueva y mejorada piedra Rosetta que te ayude a descifrar qué mierda pone ahí. Añadamos que normalmente los exámenes no se pueden llevar a casa, con lo cual el día que te devuelven un examen tu mochila pesa más que tú por todos estos tochos que, usualmente, no te sirven más que para tener una hernia y quedarte con medio punto menos.

Y pasamos al segundo escenario: Hablar por el chat del Tuenti/msn/Interné.

Y esto, que puede parecer fácil, porque al fin y al cabo, ¿cómo de indescifrable puede ser la letra de ordenador, tan clarita, tan separadita, tan mona ella?... No os dejéis engañar. En el MSN hablar se convierte en misión imposible cuando seis de cada cinco letras son un iconito que se mueve, pero de esto no voy a hablar porque, afortunadamente, la mayoría superaron esa terrible etapa a los doce años.

Sin embargo, hay ciertas personas indescifrables, bien por su nula expresividad por escrito, bien por la compulsiva necesidad que tienen de comerse letras, tildes, comas y demás caracteres (pobrecitos, no les dan de merendar en casa...), bien porque se creen que pueden escribir rápido y no. Y ya cuando a una de estas personas se les rompe la barra espaciadora, se convierte en el más difícil todavía. De tal manera, la sencilla frase: Llego el sábado por la noche, se convierte en: llegolesabodxlanoex.

Por estas y otras tantas cosas, hermanos, os recomiendo que cultivéis la noble ciencia de la criptografía.

Y que disfrutéis de las vacaciones aquellos que podáis. ¡Feliz Semana Santa! ^^

martes, 19 de abril de 2011

Esperanzas.

Todos esperamos, en contra de toda lógica, encontrar un destino en cualquier rostro.

Todos esperamos, de una manera irracional y completamente absurda, encontrarlo.

¿El qué?

El destino. El sentido de la vida. La felicidad. El qué sé yo que le dé sentido a todo esto. ¿A qué me refiero con "todo esto"? Y yo qué sé. Todavía estoy esperándolo.

Hoy me he dado cuenta de que temo que, esperándolo, se me olvide salir a buscarlo.

¿A buscar el qué?

No lo sé. Repito que todavía no lo he encontrado.

domingo, 17 de abril de 2011

Solísima.

Esta Semana Santa me he quedado solísima. Todo el mundo está de vacaciones o como yo, estudiando. Me estoy volviendo loca dando vueltas por la casa, hablando en voz alta sólo para no quedarme afónica después de siete días sin hablar, teniendo conversaciones interrumpidas por Tuenti, rezando para que suene el móvil y tener un poco de contacto humano...

Me encanta estar sola, de verdad, me encanta. Después de un viaje de fin de curso o un campamento o una de estas situaciones en las que no tienes tu propia habitación y siempre hay gente alrededor, necesito encerrarme en algún sitio a estar callada un rato. No es que me guste la soledad, es que la necesito.

Pero me aburro. Me aburro mortalmente. Y encima tengo que estudiar.

Por Dios, que alguien vuelva ya de vacaciones. Necesito gente :(

domingo, 10 de abril de 2011

Everywhere.

Y, si quieres dormir, a mis latidos les pido que no hagan ruido.
Y, si quieres soñar, a Morfeo le ligo sueños sin usar.
Y, si quieres sentir, te vuelvo a rozar.
Y, si quieres llorar, te hago reír.

lunes, 4 de abril de 2011

Señoría... (GIH.13)









Bueno, sí, qué coño.

Que a aquel (seguramente majísimo señor, buen profesor y mejor persona, marido de una señora igualmente admirable y padre amantísimo de tres niños adorables) gilipollas que inventó el madrugar, las ocho asignaturas que tengo, el meter tanto temario que no da el celebro para aprendérselo, en el curso más corto, la necesidad de estudiar, los controles, los parciales (dios mío, los parciales... Los parciales me dan para una entrada entera, ya llegará), los exámenes de evaluación, las recuperaciones, los exámenes finales, lo que viene siendo evaluar al estudiante al fin y al cabo con este método tan inútil como estresante, las extraescolares, los amigos, la familia, las demás relaciones amistosoafectivas que infestan el alma humana (y más la adolescente), las artes, las ocho horas diarias de sueño (já! Me río en la cara del insomnio), las citas médicas, la burocracia, el estar mona o por lo menos presentable y por último, pero por supuesto no por ello menos importante, LA SELECTIVIDAD...

A este señor, decía, le tengo que recomendar que todas estas invenciones suyas se las meta por semejante sitio.

Ahora sí, Señoría, nada más que añadir.


lunes, 28 de marzo de 2011

Hay cosas que no se pueden describir.

Esas cosas que te hacen tanta gracia durante un ataque de risa. O ese yuyu que te entra de repente dos días antes de cumplir dieciocho años. O por qué esa chica, esa en concreto, te cae tan condenadamente mal. O cuál es tu tipo de tío. O cómo huele una persona.

Hay cosas prácticamente imposibles de describir. Pero mi reto siempre ha sido intentarlo.

domingo, 27 de marzo de 2011

Eres mi rincón favorito de Madrid.

Que si a ti se te nota en la cara que te lo has pasado bien, a mí no sé qué se me debe ver.

Media galaxia en las pupilas.

Escalofríos en la piel.

Sonrisas en cada uno de los dientes.

Yo qué sé.


Huyendo de la pesadilla que me perseguía,
me lancé al vacío y he despertao contigo.
Eres mi revolución.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Como en una película italiana...





-Eeeh dimenticavo di dirle che...
-Dica.
-Che ho una voglia di fare l'amore con lei che non si può immaginare ma questo non lo dirò mai a nessuno... soprattutto a lei – mi dovrebbero torturare per farmelo dire...
-Dire cosa?
-Che ho voglia di fare l'amore con lei... ma non una volta sola, tante volte, ma a lei non lo dirò mai solo se diventassi scemo direi, direi che farei all'amore anche ora qui davanti casa per tutta la vita...

lunes, 21 de marzo de 2011

GIH 12: El Sol.

Sé que a muchas personas nos les hace gracia el verano. Lo coges con muchas ganas pero luego te aburres, es imposible contactar con las amigas, las sandalias hacen rozaduras, se te queda la marca de la camiseta, o a lo mejor eres blanco nuclear y ni siquiera te tuestas un poco, salen a la luz todos esos defectos que la ropa oculta y lo peor, lo peor de lo peor, lo peor de lo peor de lo peor... Se suda. Se suda MUCHO. Hay gente con suerte que suda poco, o que aunque suda está monérrima y siempre ideal (no es mi caso).

Y aun así, a mí me encanta el verano. A pesar de todo lo anterior, por la piscina, el ponerme morenita, el tiempo liiiiibre, el dormir doce horas... Pero sobre todo y por encima de cualquier otra cosa, por el SOL.

El Sol es uno de los inventos más maravillosos que pueblan el planeta. Y me doy cuenta de todas las inexactitudes que hay en una sóla frase, pero me da igual. Salir de casa y que ya haya amanecido, es una de las cosas más bonitas que me han pasado últimamente. Salir del instituto y que siga haciendo bueno, poder ir a tirarme un rato en la hierba a querer vivir allí para siempre, es una cosa maravillosa. Pero, esmátediré, llegar a casa después de clase de inglés y que todavía sea de día... Oh. Oh oh oooooh. El Paraíso.

Sólo con que haya sol, el día se arregla. Y no me importan los exámenes, las horas de más, estudiar o el sueño. Porque hace bueno.

Qué gran invento, el Sol ^^

martes, 15 de marzo de 2011

Les contaré un secreto:

no leemos y escribimos poesía porque es bonita. Leemos y escribimos poesía porque pertenecemos a la raza humana; y la raza humana está llena de pasión. La medicina, el derecho, el comercio, la ingeniería... son carreras nobles y necesarias para dignificar la vida humana. Pero la poesía, la belleza, el romanticismo, el amor son cosas que nos mantienen vivos.

Y por eso, hoy me siento viva.

Que hoy llueve, sí, ¿y qué? Es porque he soñado contigo.

Que he dormido a mi niña, la más enana, cantándole Extremoduro. Que, si se me duerme el brazo, es por su peso. Y eso no lo cambio por nada.

Que hoy, todo el mundo me parece una fuente de belleza. Estoy contenta.

Que me he pasado todo el día leyendo poesía, con un ejemplar de "Veinte poemas y una canción desesperada" con más de cuarenta años y un millón de lecturas en la mano.

Voy a empezar a pasear los libros viejos de mi padre, los de poesía. Que les dé el aire, y las lágrimas.

sábado, 12 de marzo de 2011

Siempre, con amor inmortal, tuya...

Pienso en ti. No pienso en ti, te hago aparecer. A ti.

Tus ojos recorrerán estas letras en las que yo desnudo un poco la piel bajo la piel. Tus ojos me recorrerán al menos a través de esas palabras dichas de esa manera…





Que yo era todo tuya, y tú eras todo el universo.

viernes, 11 de marzo de 2011

Niños sabios.

Porque los niños que crezcan con estos cuentos, serán más sabios que el resto. Estoy segura.



jueves, 10 de marzo de 2011

Poesía.

Un minuto de silencio por todos los poemas asesinados por una mala lectura, por la indiferencia, por las caras largas.

Un minuto de silencio por todos los poemas resucitados por la voz rota de la emoción, las lágrimas y la profunda comprensión.

Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierras de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.

Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido
—ya conocéis mi torpe aliño indumentario—,
más recibí la flecha que me asignó Cupido,
y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.

Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
pero mi verso brota de manantial sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.

Adoro la hermosura, y en la moderna estética
corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;
mas no amo los afeites de la actual cosmética,
ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.

Desdeño las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.

¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera
mi verso, como deja el capitán su espada:
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada.

Converso con el hombre que siempre va conmigo
—quien habla solo espera hablar a Dios un día—;
mi soliloquio es plática con ese buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.

Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.

Y cuando llegue el día del último viaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.

lunes, 7 de marzo de 2011

Die old.

Only the good die young.

Y es que es verdad. Si eres bueno y te quedas en casa, esperando que pasen las cosas, puede que tu cuerpo llegue a los cien años. Pero te irás limpio, con la experiencia de un recién nacido.

Por eso, prefiero ser mala. Prefiero caerme las veces que hagan falta y rasparme las rodillas como cuando tenía cinco años.

Que siempre me quejo de que todo me deja marca, eso ya lo sé.

Pero, si no tengo arrugas y patas de gallo, ¿cómo sabré que he reído? Sin cicatrices, ¿cómo sabré qué algo me importó tanto que me hizo daño? ¿Cómo les contaré a mis hijos cómo conocí a su padre, si no deja nada suyo en mí?

Prefiero ser mala. Y morir colmada.